Angel

domingo, 12 de septiembre de 2010

 



Ella sabia que era el momento, justo el momento para decirlo

-Pero primero juguemos a mirarnos un rato más y sonríeme tiernamente. Quizás para retrasar un signo de incredulidad.

Ya había pasado mucho tiempo desde que se conocían y ella había podido censurar aquel gran detalle que era parte irremediable de ella, la hacia especial o quizás extraña.

-¿Tienes algo mas que hacer?

Esperando una poder camuflar una huida.

- ya, esta bien, pero me siento nerviosa, después de esto me miraras de otra forma y calcularas cada minuto que estuve junto a ti y no te diste cuenta y yo tampoco fui capaz de decirte.

Mientras sus manos se ahorcaban unas a otras y su piel empalidecía un poco más.

-Soy un ángel.

Deslizo los ojos frente a el y noto una suave sonrisa, sus grandes manos envolvieron las suyas y le regalo tranquilidad.

-Claro que lo eres.

Y ella sintió una gran presión por tener que tomar una decisión rápida, podía dejarlo así, o intentar que le tomara el peso a su declaración.

-Te estoy hablando enserio

-¿A que te refieres?

Pidió un lugar más espacioso, a lo que el accedió un poco preocupado.

-Quédate ahí, no te acerques más y cuando todo suceda, no trates de tocarme.

Ella se sitúo en el centro del salón y suavemente cerró sus ojos, de pronto su piel comenzó a brillar como una estrella en el cielo nocturno y sus brazos lentamente se abrieron dibujando junto a sus manos una figura perfecta. Cada vez el brillo de su piel se volvía mas intenso, su cuerpo de un momento a otro se elevo 20 centímetros del piso, abrió sus ojos de forma abrupta, focalizo a su confesor y como una supernova el brillo de su cuerpo salio expulsado con una fuerza asombrosa. El se vio obligado a tapar sus ojos con sus brazos debido a la centellante luz que escapo. Cuando bajo sus brazos y pudo abrir sus ojos, dos alas, lo único que pudo observar, eran dos alas enormes de plumas blancas tan brillantes como ellas solas.

Ella fijamente lo miraba, buscando algún sentimiento distinto al asombro en su rostro, quizás algo de miedo, solo algo que la hiciera sentir extraña.

Pese a la advertencia que ella había dado, el se acerco, ella permaneció en silencio y calma, sus ojos se habían vuelto tan azules como el mar y no eran capaces de parpadear.

Inesperadamente para ella, el toco una de sus alas y la habitación oscureció, hasta quedar en una total oscuridad. El pronuncio su nombre y mientras que sus manos trataban de encontrarla, poco a poco la luz de la habitación volvió y el pudo percatarse como ella se encontraba en el suelo, quizás herida, quizás dormida. La tomo entre sus brazos y ella despertó, lo miro una vez mas, pero con una profunda tristeza, con su delicada mano toco el pecho de aquel hombre y el pudo sentir su amor tan puro y sincero como nunca antes había sentido, y antes de que pudiera besadla se desvaneció, entre sus manos se perdió, todo como una simple ilusión.






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